Llevaba pocos días en aquella ciudad, y en cierto modo me sentía en el infierno. Por el día hacia un calor verdaderamente insufrible, por lo que, pocas veces salia de mi habitación de hotel hasta que no caía la noche y el calor se hacia mucho mas soportable.

Lo que menos me gustaba del hotel era la vigilancia que tenia apostada día y noche ante mi puerta, como si temiesen que me fuesen a secuestrar a la mas mínima de cambio. Algo que me irritaba bastante, ya que sabía cuidarme yo sola.
Y por supuesto, lo de andar sola por la noche en las vegas...no se podía si quiera dialogar.

Por lo que, aquella noche, salí al balcón de mi habitación. Y miré si había algún espectador curioso que pudiese ver lo que tenia pensado hacer.

Por lo que, sin mas, cuando vi que no había nadie a la vista, me dejé caer al vació de la noche. Sintiendo la fuerza del aire en mi rostro e incluso el frió del aire a aquella velocidad, algo que era del todo agradable si teníamos en cuenta la temperatura a la cual nos encontrábamos realmente.

Mucho antes de llegar al suelo mire a mi alrededor y al ver que no había nadie, extendí unas alas negras que habían aparecido en mi espalda frenando la caída.
Me quede a varios metros del suelo, oculta en la oscuridad, buscando un buen lugar al que ir, el lugar donde menos gente hubiese. Y entonces se me ocurrió ir a parar a un callejón, relativamente, cercano al hotel. Y una vez allí mis alas se desvanecieron, dándome aspecto completamente humano otra vez.

Miré hacia arriba un par de segundos, y sonreí al ver mi habitación desde allí. Sobre todo, porque no había tenido que dar ningún tipo de explicación a los dos guardias que tenia aquella noche ante mi puerta.

Comencé a caminar por la calle tranquilamente.

Aquella noche llevaba una ropa mas normal que otras veces, una camiseta blanca de tirantes con un corazón pintado sobre el pecho.
Una cinta negra al cuello. Unos pantalones de lino blanco y unas y unas sandalias de color negro.
El pelo lo llevaba recogido en dos semi moños, dejando que cayese algo de pelo por los hombros.

Spoiler:

No tenia muy claro a donde ir, hasta que recordé un par de cosas que me habían dicho que debía evitar. Entre ellos, los barrios bajos de las vegas.

En todas las grandes ciudades había barrios bajos y siempre era interesante visitarlos, ya que siempre se podían encontrar cosas muy curiosas en ellos.
Así que, sin pensarlo dos veces, comencé a caminar. Y aunque no sabía donde estaban exactamente, solo tendría que buscar el foco del pecado en cuestión. Seria el lugar mas oscuro e inmundo de las Vegas, por lo cual, no me seria complicado encontrarlo...

Se ajustó el último botón de la camisa y se miró en el espejo arreglándose ligeramente las rastas de su cabello para que quedaran ligermente arregladas, cosa que sabía que era difícil. Agarró la cartera, se la puso en el pequeño bolso que llevaba y decidió salir agarrando también la cámara. Haría fotos y se las mandaría a su hermana, aburrido como estaba. Llevaba ahí no sabía exáctamente cuanto tiempo pero ya estaba aburrido de recorrer los casinos y encontrarlos vacíos de talentos. Nunca desfallecía pero estaba empezando a estar algo harto de toda aquella historia. Se la colgó del cuello y salió de su apartamento para ir en busca de la aventura de aquella noche.

Hizo fotografías a los neones, a los juegos de luces que atontaban la mirada. A los coches pasar a toda velocidad por la calle principal de Las Vegas, a los transeuntes despistados, holgazanes y a los trabajadores de los hoteles apostados en sus lujosas puertas. Era un aficionado a la fotografía, otra cosa es que fuera tan bueno como su padre por eso no solía hacer fotos pero esa noche había estado especialmente aburrido y por ello había decidido salir de "cacería". Lentamente, sin percatarse demasiado, se adentró en Off-Strip y empezó a fotografiar la otra "Las Vegas" aunque era consciente que la seguridad de su cámara corría peligro cuanto más se adentrara en aquella zona escondida de la Capital del Pecado.

Hizo algunas buenas fotos a contraluz, de sombras, de personas de espaldas reunidas a las puertas de los locales que por ahí se desperdigaban charlando y fumando, alguno bebiendo. Miradas furtivas captadas por el objetivo de la cámara... hasta que la vió. Fue tras un flash para fotografiar un insecto atraído por el foco de una luz cercana a él. No la reconoció pero sintió ese impulso natural de acercarse y presentarse, charlar. ¿De qué le sonaba su rostro? No caía. Apagó la cámara y se acercó a ella, sin vacilar, decidido. -Perdona la pregunta, puede parecer extraña pero... ¿te conozco? -le preguntó, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando a las claras que no habría problemas con él, todo lo contrario.

Paseaba por las calles mas poco transitadas.
Lo cual no quería decir que hubiese poca gente, si no que, en comparación con las calles principales, aquí se andaba con un poco mas de libertad.
Me fui fijando en los carteles de los locales, bares, prostíbulos, tiendas clandestinas de armas y drogas. Sintiendo la decadencia y la perdición de las almas humanos que se iban perdiendo en los oscuros rincones de aquel lugar.
Sentía el sufrimiento, el miedo, el dolor y el placer de cada una de las almas atormentadas, como si fuese un cálido manto sobre mis hombros, disfrutando en su ligera medida de cada uno de esos sentimientos. ¿Cruel? puede que fuese algo cruel, pero al fin y al cabo, yo no era ningún ángel.

La gente me miraba con curiosidad, algunos me evitaban, otros se intentaban acercar mas de la cuenta. Ya fuese para robarme, o para venderme algún producto de origen ilegal.
Muchas de las jóvenes que trabajan en la calle me ofrecían sus servicios, por una cantidad irrisoria de dinero, y sus "jefes" me ofrecían un puesto de trabajo, que según ellos, era cómodo y se ganaba dinero fácil. A estos últimos los trate con menos tacto que a los demás. Al fin y al cabo sabía de sobra lo que era esa vida, y por supuesto que era cómodo y dinero fácil, pero para ellos.
No podía evitar que mi lado humano saliese a la luz en esos momentos, algo que me sacaba de quicio. Ver mis propias debilidades no era agradable. Pero el recordar como era mi vida antes de todo aquello...

Una voz me sacó de mis pensamientos e izo que todos los que se habían acercado a mi se alejasen de manera sutil. Como si en realidad se hubiesen equivocado de persona.
Giré levemente la cabeza, y vi a un joven de piel bronceada y rastas, bastante alto comparado conmigo y visiblemente mas fuerte.

Llevaba una camara en la mano, y una sonrisa en el rostro que , durante unos segundos, me dejo fuera de lugar.

-¿Disculpe?...-dije con una ligera sonrisa, dando a entender que no sabía muy bien a que se estaba refiriendo. Hasta que al fin conseguí recordar lo que había dicho- o...no, creo que no nos hemos visto antes.-tuve que desechar rápidamente mis anteriores pensamientos, pues me sentía con la guardia baja. Y el hecho de no haberme dado cuenta de que alguien se me acercaba era señal de ello. Por lo menos no recordaba su rostro...pero al ser fotógrafo puede que alguna vez nos hubiésemos cruzado, pero sin llegar a presentarnos o mediar palabra. Pero estaba casi segura de que no era el caso.-¿Es usted fotógrafo?-pregunté esta vez girándome del todo para quedar frente a el.

Como había dicho , no parecía tener pinta de tener malas intenciones, o al menos no notaba nada de maldad en el...por ahora.

Le sonrió, divertido. No. No era fotógrafo pero podía pasar perféctamente por uno debido a su gran afición. -No, no lo soy. -Su voz era pausada y tranquila, señal que la equivocación de ella no le había molestado en absoluto.-Soy productor ejecutivo de una importante discográfica estadounidense.-Comentó y, acto seguido estiró su mano.-Kaiel Tamsin para servirla, señorita.-Y, de haber estado en otro lugar, otra situación, casi se habría reverenciado, le habría agarrado la mano y le habría besado el dorso acariciándole los dedos y mirándola a los ojos. Sin embargo, le sonrió con un ápice de diversión bailando entre rastas.-¿A quién tengo el honor de haber salvado esta noche gracias a mi cámara? -preguntó, risueño.

Y así era él. Ni de lejos un tipo peligroso. Buena gente siempre dispuesto a la broma, a tomarse la vida con humor, con ganas. No sabe de la existencia de los Daimons ni de los Nephilim, tampoco de los libra para él, todos son humanos. Pobre inocente. No sabía a quién tenía enfrente. ¿Cómo saldría de esa situación?¿Indemne, vapuleado? El grupo de la taberna ya hacía rato que se había retirado hacía el interior y, en ese momento la calle estaba inusualmente silenciosa y solitaria, incluso los insectos pegados a las luces prendidas de las farolas parecían haberse disgregado. El silencio iba adueñándose del lugar y él se apoyó en la pared, como si nada, tranquilo, relajado.

Vaya...me había equivocado. Por lo que dibuje una ligera expresión de sorpresa en el rostro.

-Vaya, pues cualquiera lo habría dicho con la cámara que llevas colgada al cuello-dije con una ligera risa. Para intentar quitar un poco de importancia a la equivocación. Pero al decir cual era su profesión dibuje una sonrisa aun mas grande en el rostro.-¿Productor ejecutivo en una discográfica? vaya, debe de ser muy buen trabajo-reí-tal vez un poco estresante, pero interesante.

Cuando vi que el joven se presentaba y estiraba la mano en señal de saludo hice lo propio.

-Yo soy Lariat-dije estrechando su manos con firmeza, pero con delicadeza a la vez- soy cantante.

Kaiel parecía un tipo agradable. Tal vez de los pocos que fuese a encontrar en aquella ciudad. Pero si era así...¿que se le había perdido en una ciudad como aquella?.

Al ver que estábamos casi en mitad de la calle y que la gente que andaba por allí empezaba a mirarnos como mala cara, por entorpecer su paso, añadí.

-Creo que estamos un poco en medio...deberíamos apartarnos-ande un poco hacía uno de los extremos de la calle-si quieres podríamos ir a tomar algo y seguir hablando.-sugerí amablemente-ya que este no parece un buen lugar para charlar. Si tienes tiempo y no es molestia claro...no quisiera entretenerte si tienes cosas que hacer.