La ciudad de Las Vegas y la mitología sobre Ángeles y Demonios no pertenecen de ningún modo al Staff de 7 Pecados únicamente.
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En el aeropuerto, apenas uno llega, se encuentra con un casino y un shopping. Una escenografía que se repite, con variantes infinitas, en todo lugar. Incluida esa mujer de jogging amarillo, zapatillas tenis y anteojos que parece dormida ante una maquinita del azar, y uno creerá reconocer más tarde en otros casinos de la ciudad. Sucede que los personajes parecen clonados en Las Vegas. Algo similar pasa con las chicas bonitas que sirven cerveza a los jugadores (gratis, en casi todos lados). Aunque ya dejó de ser una ciudad pequeña, porque tiene más de un millón de habitantes, el corazón de Las Vegas sigue siendo la avenida The Strip, rodeada de hoteles colosales. Algunos copian grandes ciudades, otros emulan castillos o la jungla. En pleno desierto de Nevada, el imaginario hizo que hasta se construyera un pequeño mar donde se pueden tomar clases de surf sobre olas de dos metros y medio, bajo 45 grados centígrados a la sombra. El hotel New York, New York reproduce los principales monumentos de la Gran Manzana, como el Empire State o la Estatua de la Libertad. El lobby, obviamente, está poblado de máquinas tragamonedas que tientan a los huéspedes y visitantes con promesas de obtener grandes cifras, que se anuncian en lo alto de la máquina. Asimismo, veinticinco millones de dólares demandó la construcción de un monorail que une los hoteles MGM Grand y Bally’s. Dos vías elevadas unen los dos resorts, mediante dos trenes electrónicos, que transportan cerca de 20 mil pasajeros cada día.
Vencedores y vencidos
En el lobby del Cæsar’s Palace, se puede ver a muchos multimillonarios jugando póquer, con fichas de cinco mil dólares. Los más abultados, celosos de la chusma, consiguen habitaciones gratis y mesas privadas donde jugarse la vida a los dados, el Black Jack, la ruleta o el rummy. O todo a la vez. En una de esas salas agrandó su fortuna el magnate australiano Rupert Murdoch, que en el año 1997 logró llevarse 25 millones de dólares en un solo fin de semana. Fue el récord, un golpe de suerte de los que aquí llevan nombres como "Great Charly" o "Gran Billy", evocados luego durante días, semanas y meses. También, están los que pierden, la penosa mayoría, aunque los nombres de los reyes de la miseria son top secret. En Las Vegas existe un libro negro, el “vademécum del infierno”, donde figuran casi dos mil imperdonables, que huyeron sin pagar sus deudas. Son los riesgos de un sistema donde, para conseguir crédito, no hay más que poner una firma. Se puede obtener 10 mil dólares, sin esfuerzo, en cualquier hotel.
El azar, lo mejor del juego
Como contrapartida, todos son observados. En todos lados, a toda hora, le dicen al turista que detrás de los espejos hay cámaras, que el croupier está siendo vigilado para que no le guiñe la suerte. Algunas camareras, de minifalda o short de cuero, en realidad son policías encubiertas que husmearán en su fortuna. Pero para ganar hay que invertir, y eso es lo que mejor hacen en Estados Unidos. Por aquello de que el dinero atrae al dinero, se gastan millones de millones en la construcción de los hoteles. Las marquesinas, las luces, el dorado, todo sobra a montones y los inversores parecen competir, para ver cuánto son capaces de gastar en las cosas menos significantes. En los casinos, los carteles de salida no existen y las escaleras mecánicas siempre conducen a otra sala de juego. No importa cuánto se juegue o a qué se juegue. Sólo importa que nadie pueda evitarlo.
Nuevos hoteles, viejos modelos
Los millones de turistas que visitan Las Vegas cada año se reparten en una capacidad hotelera de más de 120 mil habitaciones. El hotel de la “Metro Goldwin Mayer” (MGM), inaugurado en 1993, sigue siendo el más grande del mundo, con ocho mil habitaciones, casi todas en suite. La planta baja es un shopping-casino al que hasta hace poco se entraba por la boca de un gigantesco león, símbolo de la empresa. Pero como los japoneses protestaron porque el león les daba mala suerte, los dueños debieron gastar cien millones para cambiarlo de lugar. También, se destacan el hotel “Mandalay Bay”, en el cual hay olas artificiales para el surf, y el “Venetian Resort”, una construcción que imita la “Piazza San Marco” de Venecia, obviamente dotado de canales, góndolas y gondoleros. El hotel “Luxor” recuerda Egipto, y en el lobby del “Cæsar’s Palace” se puede ver una réplica del David de Michellangelo. También, hay una “Torre Eiffel” y un “Arco del Triunfo”, que son copias que forman parte del Paris Hotel. De todas maneras, vale señalar que, para mirar estos caprichos, mejor hacerlo de noche, porque de día el encanto se quiebra. Los hoteles disponen de chicas bonitas que acompañan a los jugadores a las mesas y enseñan el arte de perder o ganar. Se las conoce como “games nerds” y saben tanto de Black Jack como del Bacarat. Conocen cada una de las variantes de las tragamonedas y dan cursos rápidos, para los que quieran ingresar en el mundo de las apuestas deportivas.
Dar el sí es cuestión de segundos
En Las Vegas se casan unas 280 parejas por día. Es decir que se da el sí cada 17 segundos. En total, son 110 mil parejas al año. El estado de Nevada no pide ni pruebas de sangre ni períodos de espera, y la licencia matrimonial tiene un costo de 35 dólares. Las parejas más famosas que contrajeron enlace allí son: Paul Newman y Joanne Woodward; Bruce Willis y Demi Moore; Elvis y Priscilla Presley; Frank Sinatra y Mia Farrow.
Tips para viajeros
Hay más espectáculos en Las Vegas que en ninguna ciudad del mundo. La mayoría de los hoteles hacen reservaciones por teléfono para sus producciones. Hay muchas producciones de magos (los famosos Siegfried y Roy, en el casino “Mirage”), pero también conciertos y boxeo. En referencia al clima, hay más de 50 grados centígrados en verano, pero en los hoteles hay aire acondicionado. Por lo tanto, no es necesario llevar abrigo. La variedad de comidas es inmensa. Están los mejores chefs del mundo pero, también, hay comida muy barata. Es muy recomendable el restaurante italiano “Stefano’s”, del hotel céntrico “Golden Nugget”. Y, para una comida informal, es ideal “The House of Blues”, del “Mandalay Bay”. Por último, cabe indicar que la edad mínima para beber alcohol y jugar en Nevada es 21 años. Además, se requiere un documento de identidad válido.