Las Vegas, la ciudad del pecado y el vicio, donde humanos y no humanos se dejaban el alma jugando en casas de apuestas, y en otros menesteres menos...¿honorables?.
Quien iba a esa ciudad carecía de ello. Al fin y al cabo ¿para que iban a aquella ciudad si no era para dedicarse al vicio?. Ya fuese por un lado o por otro.

Aquella noche iba a dar una pequeña actuación en uno de los hoteles de las Vegas. Para ser mas exactos en el Bellagio. Un imponente edifico, que no tenia nada que envidiar al resto de hoteles de aquel lugar.

Aquel ambiente me gustaba, se notaba la oscuridad que emanaba de cada una de las personas que caminaba por las calles. Sus deseos mas ocultos y sus secretos mas siniestros, quedaban casi al descubierto con solo mirar sus caras y su manera de moverse y actuar. Pero sobre todo, sus caras hablaban mas por ellos que las mismas palabras.

El taxista que me llevaba a mi hotel, tenia pinta de ser un pobre hombre, en la ciudad equivocada.
Un hombre que había pasado ya la media de edad. Se le notaba mayor, cansado y harto de su trabajo. No tenia pinta de ser el típico vicioso que se gasta el sueldo en los salones de juego o en casas de placer. Pero por el contrario, allí estaba.

-Que hermosa es esta ciudad-dije a modo de comentario desinteresado, para hacer que el hombre comenzase a hablar. Pero este solo emitió un leve gruñido, casi gutural, dando a entender que no tenia ganas de charla. Lo cual me hizo pensar, en la "suerte" que había tenido de dar con el único taxista huraño de la zona.-¿Conoce bien la zona? yo es la primera vez que vengo y la verdad es que temo perderme. ¿Hay algún sitio interesante para visitar?

Me estaba aburriendo y necesitaba sacar algo de información de aquel hombre. Aunque solo fuese lo miserable que era su vida.

-Lo que ve-dijo en tono tajante mientras me miraba con desaprobación por el espejo retrovisor.- Y si tiene miedo de perderse, es mejor que no salga por la noche.

Bien, ya con su simple tono de voz, y por la manera de contestar, me dí cuenta de que aquel hombre no lo estaba pasando bien en su vida. Y el leve carraspeo de su garganta al gruñir, me daba la nota que esperaba.
Alcohólico...o fumador...o tal vez las dos cosas. Pero casi veía mas probable lo primero.
Debía de ser la única persona de la ciudad que no se divertía.

Puesto que aquel hombre no parecía ser muy dicharachero, me senté bien y me dediqué a mirar por la ventana del transporte, hasta que llegamos al hotel.

Una vez allí, me ayudo a sacar las maletas del coche, y sin esperar si quiera propina se marcho.

-Vaaaya...cuanto derroche de amabilidad-dije de forma sarcástica en un tono de voz que solo yo pudiese oir.

En el hotel en cuestión, me estaban esperando. Por lo que no tardé en estar en mi lujosa habitación en el piso mas alto del edificio.
Con unas vistas imponentes y ciertamente llamativas. Ademas, había una buena caída....suerte que no le tuviese miedo a las alturas.

Aproveché que aun quedaban unas horas para la actuación, para ducharme y arreglarme un poco. Y ya de paso picar algo de cena, ya que sabía que si terminaba tarde al final no cenaría nada.

Algo había cambiado aquella noche, por primera vez en mucho tiempo tenía algo que hacer, un "plan" con el que hacer que el tiempo que restaba hasta la salida del sol fuera algo más corto que de costumbre.

Había estado trabajando todo el día como de costumbre y, por casualidad, se había percatado de la publicidad en el hotel Bellagio y del concierto que se iba a celebrar en su salón esa noche. No pudo hacer otra cosa que fruncir el ceño ante la imagen un tanto "peculiar" de la cantante que actuaba aquella noche allí, no obstante pensó que sería un buen entretenimiento y al menos podría salir un poco de la rutina, además de escuchar también algo de música.

La música... ¿Podría no recordarla?¿Podría pasar la noche sin hacer memoria? Solo había un modo de comprobarlo, y en el fondo todo era fuerza de voluntad y ella la tenía, soportaba las calamidades que la ciudad le hacía llevar sobre los hombros, la pesadez de saber que a la mayoría de las personas que la rodeaban no podría salvarlas, que estaban condenadas casi desde que tomaron su primer aliento... Pero si solo uno de ellos podía ser llevado hacia la luz, solo con uno... ella sabía que estaba haciendo bien, que estaba haciendo lo que se supone que tiene que hacer, que está realizando su papel de ángel.

Cepilló su pelo y se maquilló ligeramente, tampoco quería llamar demasiado la atención, solo quería: salir un rato, disfrutar del espectáculo y, sobre todo, que no hubiera incidentes. La oscuridad siempre ha sido relacionada con la maldad, todo aquello que quieres que no se sepa se puede ocultar y la ausencia de luz es la herramienta perfecta para eso. Los callejones de la ciudad son como mundos de perversión que se convierten en cenizas con la luz de sol, pero que por la noche, protegidos de ella... renacen.

Cogí del armario un vestido recatado pero a la vez suelto, por debajo de las rodillas, de un color negro claro, casi gris. También tomé una chaqueta fina, la noche era más fresca que el día como en cualquier sitio que tiene desierto, el contraste de temperaturas era aún más acentuado. Me enfundé unas botas altas y busqué el bolso que ya tenía todo lo necesario para pasar la noche: Un pintalabios para retocarme, un dinero por si me apetecía una copa, las llaves de casa y la documentación por si me mataban que al menos supieran como me llamaba.

Salí a la calle y comencé a caminar. El hotel distaba unas cuantas manzanas de donde yo vivía pero no me importaba andar, sentir la brisa nocturna hacía que la piel se revitalizase después de un largo día de calor y trabajo. Me movía despacio, observando a la gente que me rodeaba, viviendo sus vidas por un momento; unos reían, otros iban metidos en sus propios pensamientos, otros cogidos de la mano... había tanto que descubrir en cada uno de ellos que jamás seríamos conscientes...

El hotel se me antojó más grande que de costumbre, o serían las luces que por el día permanecen apagadas. Como fuera unido a la gente que esperaba a su turno para entrar a punto estuvo de quitarle las ganas de seguir adelante, su yo interior imploraba por volver a casa y ver una película arropaba bajo las sabanas de su cama, pero prefirió no hacer caso a su voluntad y por una vez seguir con el plan.

Después de un rato consiguió entrar, se quitó el abrigo y lo dejó sobre su brazo. Fue observando todos los detalles del grandioso hotel maravillándose un poco más cada vez que descubría uno nuevo hasta que entró en el salón donde se iba a celebrar el concierto/actuación y se recostó en una pared. Una camarera le acercó una bandeja con bebidas ¡¡Qué lujo!! pensó y tomó una copa de champan.

Así, espero un poco a que todo diera comienzo...

Comí un poco de fruta que me habían dejado en una cesta bien decorada, en una mesita que había en el centro de la habitación. Y después de aquello comencé a arreglarme.
Sabía, que si quería, contaba con un servicio de management. Y aunque muchas veces me gustaba dejarme querer y adular por ese tipo de personas. Hoy no me sentía del todo con "humor" como para tener que aguantarlos.

Así que, sin mas cogí mis cosas y me dí una buena y larga ducha con agua bien caliente. Después comencé a vestirme, peinarme y maquillarme.

Salí de la habitación preparada para actuar, incluso con el violín que iba a usar en una mano.


Solo quedaba una cosa, y era que los técnicos de sonido me ayudasen con el micrófono inalambrico.
Me fijé, en como la gente del hotel se me quedaba mirando según caminaba por los pasillos del mismo. Lo hacían sobre todo por curiosidad, supiesen quien era o no, mi aspecto era llamativo.
Pelo rosa, y con pintas extrañas....¿que mas se podía pedir para ser el centro de los cuchicheos de los demás?.

Aquello me encantaba, sentir las miradas, el recelo, el interés, las curiosidad, la envidia....sobre todo esta ultima era deliciosa, sentir el odio camuflado de la envidia, siempre me subía el animo.

Cogí el ascensor y baje hasta la planta en la cual se encontraba el auditorio del Hotel.

Cuando una pareja de ancianos se me quedó mirando dentro del ascensor, sobre todo la escrutadora mirada de la mujer. Sonreí de manera angelical y amable y dije:

-Parece que hoy va a hacer muy buena noche ¿no creen?-en mi voz podía notarse cierto regocijo. Sobre todo al notar como la mujer miraba al frente rápidamente, subiendo el mentón.

Se podía respirar y cortar la tensión dentro de ese pequeño habitáculo que nos llevaba hasta nuestro destino.
Pero en vez de sentirme incomoda, disfrutaba de la situación, de cada segundo.

Me encantaba jugar con los humanos....

Salí del ascensor cuando por fin llegue a mi planta. Y antes de salir dije:

-Buenas noches-a todos los que aun no se habían bajado, entre ellos la pareja de antes. Pero al contrario que el ultimo comentario, este sonó inocente y casi aniñado.

Allí me esperaba toda la pompa de aduladores de los que había hablado antes. Los cuales se hicieron cargo de mi rápidamente. Comentándome un poco como era el escenario, las luces, y la gente , aproximada, que acudiría al evento.
Me alegró saber que la sala iba a estar casi llena.

Agradecí la ayuda de cada uno de ellos, hasta que al final, por fin me toco salir a escena.

Mientras un presentador hacia una breve introducción sobre lo que los espectadores iban a ver aquella noche. Yo me prepare tras el escenario esperando a salir.

Y una vez terminó, salí al escenario.

Spoiler:

Bebí rápidamente, estaba casi helado y la temperatura en el local era ligeramente alta. Seguramente debido a la aglomeración de personas que se estaba congregando en aquella gran sala.

Dejé la copa en una bandeja y me volví a apoya cruzando los brazos y mirando el reloj de soslayo. Quedaba ya poco tiempo para que empezara la función y eso la alegró; No quería seguir bebiendo, no controlaba demasiado bien cuando lo hacía y prefería estar dentro de sus cabales cuando tuviera que volver a casa más tarde, sola y ya bien entrada la noche.

La gente se fue acomodando y eso la impulsó a caminar hacia el centro de la sala, sumergiéndose entre las almas, entre las vidas de aquellos humanos que solo querían pasárselo bien aquella noche, ajenos a aquellos que los observaban, que los gobernaban de un modo u otro, pues en el fondo el punto débil del alma humana era su instinto, sea cual fuera el modo en el que se le representara. Algunas veces era el sexo, otras la codicia, la envidia... los pecados capitales que llevaban a la perdición a la raza de Adán.

Las luces se atenuaron y el silencio comenzó a irradiar su orden muda al unisono. Un foco se encendió en algún punto de lo alto de la sala y enfocó directamente al centro del escenario donde apareció un hombre, un presentador sonriente y bien vestido portando un micrófono inalámbrico.  

Fue una presentación algo fría por su parte, como si en el fondo aquel no fuera el lugar para esa cantante. Sammy se sintió incomoda al escucharle, pensando que en el fondo le estaba haciendo un feo a la propia artista, no obstante parecía que la gente había quedado conforme con la presentación pues estallaron en aplausos a la par que el hombre se retiraba dejando paso a la protagonista de aquella noche.

De nuevo el silencio mientras se esperaba la aparición inminente... un instante después, de nuevo el revuelo ante el caminar de la joven haciéndose dueña y señora del escenario. La gente se levantó a la par que golpeaba con las palmas de sus manos y silbaban a modo de homenaje.

Todo el mundo estaba contento... bueno todo el mundo no. Sammy se mantenía sentada, mirando al frente con los ojos abiertos de par en par y la mirada perdida en mitad del escenario, en aquella joven maquillada de pelo rojo y la maldad dentro de su corazón, la oscuridad que envolvía su cuerpo había conseguido enmudecer al ángel que llevaba dentro.

¿Porqué la música siempre iba unida a los Demonios? Recordó a Eva y como la conoció, también como un día desapareció, como su fe flaqueaba a cada hora que pasaba y como la duda fue lo último que mostraron sus ojos antes de su marcha.

Escuchó la música de fondo, pero no se levantó, permaneció sumida en su propia cabeza, en su propio pensamiento, con la mirada fija en algún punto del suelo que solo tenía interés para ella.

Debió ser un buen concierto pues, cuando terminó, la gente volvió a estallar de jubilo y aplausos y ella continuó en su posición. No se percató de lo que debería estar llamando la atención allí sentada, en primera fila, mientras todos estaba alabando el buen trabajo de la joven.

Entonces decidió que ese no era su estado natural, que tenía tanto derecho a estar allí como cualquier otro y que la presencia de uno de ellos no iba a amedrentarla, no iba ha hacer que se refugiara en su propio mundo interior, no se escondería... levantó la mirada y busco la de la joven allí en el escenario sabiendo que en cierto modo le demostraba que estaba allí y que sabía lo que era, así como ella sabría la naturaleza de ángel que tenía dentro de su ser.

Podía notar como con cada nota, con cada palabra y melodía que salía de mi voz la gente guardaba silencio poco a poco, quedando anonadada por la música.
Había elegido una canción sencilla, tranquila y armoniosa. Algo que no fuese demasiado extravagante o que pudiese alertarles. Ya que las melodías armoniosas gustaban mas a todo tipo de publico...
Una hermosa canción que cuenta una hermosa tierna sobre una joven encerrada...sin duda enternecedora, que llegara a lo mas hondo de los corazones humanos....

Pero según avanza la canción siento una presencia no humana.
Sigo cantando, moviéndome por el escenario, buscando con la mirada la fuente de esa energía tan potente, tan...angelical.
Hasta que al final, mi ojos se posan en una joven de cabellos oscuros, sentada en la primera fila, que me mira con ojos escrutadores, y ciertamente acusadores.

"Un ángel"

Me digo a mi misma, sin perder tono ni tiempo en la canción. Sin equivocarme y sin dejar que eso me afecte o incluso se noté. Al fin y al cabo, solo está ella, y a simple vista no tenia pinta de que fuese a armar un "espectáculo". Pero ¿que estaba haciendo en aquella sala?.

Una vez que la canción termino.
La gente se desvivió en aplausos. El resultado que esperaba de ellos, todos menos la joven que había visto antes. Y no me sorprendió ¿que motivo tendría un ángel para aplaudir a un demonio?. La respuesta era sencilla, ninguno. Ni aunque hubiese interpretado una melodía digna de ser alabada por su creador.

Aun así, sonreí al resto de personas de la sala y al final fije mi vista en ella, sin deshacer la sonrisa de mis labios.

Durante uno segundos dejé de escuchar los aplausos, los silbidos de admiración y tal vez alguna que otra alabanza. Mis sentidos se centraron en el ángel. ¿Que hacia un ser puro como aquel en una ciudad perdida como aquella?.

Hice un par de reverencias y esperé a que el publico se fuese marchando para saber que es lo que quería aquella joven.

Esperaba ese momento, en el cual ella fuera consciente de mi presencia, del peso de mi mirada, aunque realmente no tenía mucha idea de porque me estaba poniendo así ni de la causa de un desafío tan directo contra alguien que no conocía fuera o no fuera del bando contrario.

Y el momento, como pedido en un susurro mudo, llegó. Su mirada se cruzó con la mía y el resto de la sala se silenció por completo ante mi presencia, no existía nadie. Es más, diría que hasta las luces se atenuaron dejando dos foros, unos encima de cada una, como dos combatientes que van a iniciar una disputa.

¿Estaba marcando mi territorio ante los cachorros nuevos? Nunca había sentido necesidad de tal cosa y sin embargo esa noche, me impulsaba algo interior que no conocía, que había comenzado a sentir de improvisto ¿Sería la capacidad que tenía aquella chica para cautivar a las masas lo que la hacía ponerse a la defensiva? Ciertamente si solo cantando todo el mundo había caído rendido a sus pies no quería ni imaginarme lo que pasaría si se lo pusiera como meta. ¿Qué pecado sería su fuerza, el origen de su poder? Al igual que los ángeles que debían sus poderes a una de las virtudes del ser humano, el "otro lado" se regía por los pecados capitales, lo sabía, lo había aprendido después de todo el tiempo que llevaba metida en ese mundo La soberbia... ¿Quizás?

Las palabras brotaron de su mente como capas de aire que se expandían por el cielo directamente hasta la cabeza de la Demonia que tenía delante de ella, hablándola directamente a su cabeza, a su mente.


Ciertamente no sabía muy bien que iba a tratar con ella, de que podía hablarla. Solo quería conocer a su enemigo, era el único modo de poder defenderse de el.

Me levanté y a punto estuve de marearme a causa del alcohol que ya había hecho efecto en su organismo. No obstante tomé otra copa y me la bebí de un trago, eso le daría el punto de fuerza y valentía que necesitaba para acercarse a aquella mujer tan distinta a ella.

Se apartó el pelo de la cara y lo sujetó hábilmente detrás en un recogido que sujetó con una horquilla. Después, intentando que nadie se diera cuenta de sus movimientos, se coló por uno de los lados del escenario.

La gente comenzaba a salir de la sala para dirigirse afuera, a sus casas, de fiesta o donde quisieran.

Podía escuchar sus palabras en mi cabeza, de manera concisa, clara y directa. No sabía cuales podrían ser sus intenciones, y sinceramente, tampoco me preocupaban demasiado.

Por lo que había notado, solo estaba ella en la sala, por lo que, no iba a atacarme, y menos aun si teníamos en cuenta de que estábamos en un lugar publico, rodeados de humanos. Algunos mas crédulos que otros.

"¿Porque iba a montar un espectáculo?. Si no me das razones para ello, podemos hablar de lo que desees. Pero no se que espera un ángel de mi"

Aquello lo dije de la misma manera que lo había hecho, sin articular palabra, pero directamente a su mente. Algo útil y eficaz. Ya que, era la mejor manera de que los cotillas no se enterasen del tema que estabas tratando.

El equipo de sonido y demás trabajadores del hotel se pudieron a recoger todo lo que había sobre el escenario. Y uno de ellos me llevo una pequeña botella de agua, mientras me decía lo bien que había sonado mi interpretación. Regalando mis oídos con elogios a los cuales no estaba prestando atención. Pero aun así sonreí y asentí como si lo hiciese.

"Será mejor que me sigas tras el escenario. Allí nos molestaran menos"

Comencé a caminar hacia el mismo lugar por el cual había entrado al escenario, esperando a que el ángel me siguiese.
Si lo hacia o no, era asunto suyo. No le iba a obligar a seguirme, pero tampoco me quería quedar charlando con un ángel delante de todo el equipo. Como había dicho antes, no sabía de que quería hablar y que oídos podían escuchar. Pero fuese lo que fuese, estaba segura de que no eran cosas aptas para humanos.

Una vez tras el escenario vi que había mas gente trabajando, que pendiente de mis movimientos. De todas formas, a las malas, había lugares mas tranquilo para hablar, pero que no quería tener que recurrir a ellos. No me apetecía demasiado tener que quedarme asolas con ella...no por nada, pero era una extraña manía que había desarrollado con el tiempo.

Quizás no es lo más inteligente Pensó para si misma mientras apartaba la tela del escenario con la mano para poder acceder detrás de lo que los espectadores ven, llegando así al amasijo de hierros que ocultaba todo lo que era la realidad de un teatro.

Miró a derechas y a izquierdas buscando el pelo rojo de la joven. de la Demonia Sammy, no sabes cuantos años reales puede llegar a tener. Aunque no llevaba el tiempo suficiente como para haber notado grandes cambios en ella si sabía que por ellos no pasaban los años. Que, una vez que "tomaban las alas" la edad solo era un factor conocido por lo que había alrededor y ajeno para su propio ser.

No tardó en encontrar a la demonia un poco más allá, no demasiado lejos de un grupo de trabajadores. Un acto que llamó la atención, se sentía... ¿Intimidada?. Era la primera vez en todo el tiempo que había vivido en aquel mundo que un ser oscuro buscaba cobijo humano en las proximidades de un ángel.

Quizás no lleve el tiempo suficiente para saber que nuestra lucha es oculta, que nunca nos hemos levantado en armas los unos contra los otros, que no nos herimos, lo único que hacemos es interferir en el trabajo del otro. Por un instante, la vio como una niña que está perdida, que ha cogido el rumbo equivocado porque era el único que se le había mostrado, que había seguido el sendero de la mano izquierda más por obligación que por decisión propia... pero también sabía que tendía a ver siempre eso en todas las personas aunque le demostraran lo contrario.

Aún así sentía los nervios recorrerla, unos nervios enaltecidos por la incertidumbre del momento, por no saber como evolucionaría la conversación, a donde llegarían y si realmente estaba en lo cierto. Estiró el vestido ya pegado en su piel, separándole y sintiendo el ligero aire que se colaba entre la tela y su cuerpo haciendo que la sensación fuera un poco más llevadera.

Estiró la mano para poder estrechar la de ella y forzó la sonrisa.

- Soy Samantha y se que sabes lo que soy, eso es evidente. No tengo malas intenciones, solo malos recuerdos del pasado y me gusta... conocer a mi enemigo si es que tu pensamiento es asentarte en esta ciudad - Pensó que quizás había resultado violento el primer contacto así que intentó suavizarlo un poco antes de dar por finalizada su parte - Por cierto, bonita música, tienes mucho talento aunque quizás lo hayas enfocado hacia el lado que no debes.

Aunque hay gente en el lugar en el cual nos encontramos, cada uno va a lo suyo. Hiendo de un lado a otro de una manera frenéticamente, recogiendo todas las cosas que hay por medio.

La joven se presenta, estirando la mano con intenciones de que yo haga lo propio, y dibuja una sonrisa un tanto dudosa en el rostro. Dándome a entender que no es la cosa que mas le agrade en el mundo.

Por lo que, hago lo que espera que haga y extiendo la mano cogiendo la suya para terminar esa parte del saludo.
Y reconozco que no es de las cosas mas agradables que e echo en mucho tiempo. Ya que, hasta ahora, nunca le había dado la mano a un ángel.

Su presentación es directa, algo, que me alegra, ya que al menos no vamos a tener que andarnos por las ramas hasta llegar al tema.

Una vez ambas hemos apartado las manos, me cruzo de brazos, esperando a que termine su presentación.

-No sabría decir si es un placer o no-mi tono no es del todo serio. Ya que está claro que Samantha no tiene intenciones de incordiar. O por lo menos no mas de lo que puede incordiar un ángel a un demonio con su simple presencia. Aunque estaba segura de que verme a mi, tampoco le causaba una grata visión.-Yo soy Lariat. Y supongo que no era la única con malos recuerdos-ladeo un poco la cabeza- Y bueno, lo de asentarme en la ciudad...-me quedo pensativa durante uno s segundos-supongo que si que me quedaré por estos lares durante un tiempo más. Aunque no tengo intenciones de iniciar ningún tipo de altercado. Por lo que, con suerte, puede que no tengas que cruzarte mucho conmigo.

Mi tono seguía siendo neutro, ni borde ni seria, pero tampoco jovial y alegre.

-Y gracias. Aunque no entiendo a que te refieres la verdad-dije con una tímida sonrisa, o simulando lo que seria una tímida sonrisa.-Entonces ¿solo has venido a conocer al enemigo?-no puedo evitar dibujar una sonrisa y casi soltar una ligera risa-creo que no voy a ser uno de tus mayores problemas en esta ciudad.-de hecho, había pocas ciudades tan oscuras como aquella. Donde lo que menos encontrabas en las calles eran "Santos".-de hecho no esperaba encontrar a alguien como tu, en un lugar como este.

Poco a poco los empleados terminaron de recoger los cables y bártulos que había dispersos en el escenario y detrás del mismo. Por lo que, cada vez había menos gente.

off:

Aunque había puesto bastante empeño en que eso quedara realista parecía que tampoco es que le agradara mucho la "reunión" ¿Acaso se sentía invadida?¿Intimidada?

Noté la calidez de su mano cuando se juntó con la que le ofrecía y por un momento me sorprendí de que estuvieran calientes, vivas. En el fondo su camino no era tan dispar al mio y, anteriormente todos habíamos sido lo mismo: Seres humanos.

- No esperaba que fuera un placer conocer al "enemigo" como tú haces incapie en denominarnos. Yo no tengo enemistad nada más que con aquellos que desean llevar a los mortales por el sendero de la perdición y la corrupción. Hasta el momento, no he visto que practiques nada de eso, o quizás es que lo encubres tan bien que eres capaz de engañar hasta a un ángel - Esto último lo dijo más bajito pues, aunque la gente se estaba dispersando y marchándose, aún quedaban algunas almas que podrían... como decirlo... sorprenderse ante semejante conversación.

- ¿Acaso te gustaría serlo?¿Desearías confrontarte con seguramente la primera persona que sabe lo que eres? - Dijo a modo de pregunta directa - No lo creo... he conocido más como tú y siempre les he dado una oportunidad - Paro un segundo antes de continuar, midiendo las palabras que seguirían - No voy a intentar convencerte de nada, ni decirte que estás equivocada. Tengo la sensación de que tarde o temprano, si disfrutas de buena compañía, te darás cuenta por ti misma - Amplió la sonrisa, ahora más tranquila pues aunque distante, las palabra de Lariat no sonaban en tono amenazante.

- Y disculpa el tercer grado, no pretendía ser intrusiva en tu vida. De todos modos agradezco que una persona tan aclamada por el público como parece ser, me haya dedicado unos minutos. No pretendo molestarte más, seguro que tienes más cosas que hacer, fiestas a las que acudir y no querría que te retrasaras por mi culpa - Meneó la cabeza en señal de conformidad - Podemos charlar más tranquilamente en otro momento tomando un café en cualquier sitio menos... escondido - haciendo referencia a donde estaban metidas en ese momento - De todos modos, yo pasearé un rato por los alrededores por si más tarde deseas acompañarme.