La anatomía de Rachel encuentra la armonía en cualquier punto de su cuerpo de ninfa. Tan perfecta y simétrica pero a la vez llena de esos detalles “imperfectos” que te hace amar aún más su esbelta figura sedosa, teñida en el suave color del invierno. De intachables facciones de diosa, tal vez la mismísima Afrodita podría envidiarla. Su rostro forma un ovalo perfecto que se une en una barbilla adornada por un pequeño y apenas notorio hoyuelo. Revolotean las sonrisas como briznas de la propia primavera, aportando el carmín más natural desde las comisuras de sus labios ¡Deberían sentir celos las amapolas de semejante proeza! Y formar de una simple sonrisa el más bello de las nubes, mostrando así los nacarados y alineados dientes de la fémina y es que su sonrisa vale más que cualquier otra joya. Burla las leyes de lo sano creando dos pacíficos hoyuelos sobre la silueta de sus pómulos al curvar los labios. Siquiera la escarcha de sus ojos llega a fundirse con los pómulos rosáceos en una piel tan clara. Y bordeando su rostro, mechones de puro oro caen en cascada hacia el interior de su ser, formando ondulaciones precisas desde las raíces del mismo. Paseemos pues, por la curvatura perfecta de su cuello de cisne, del esternón marcado sobre la piel de porcelana, de las curvas de su cuerpo ligeramente retocada por la sombra de sus propios músculos y huesos, de esa pelvis infinita y mortal. La prolongación  de sus extremidades deciden así si puede ponerse el sol y ocultarse entre semejantes muslos teñidos y arrojo y cierto descaro, infinitos. Es así que su cuerpo no muestra más de lo que aquellos hombres y mujeres deseen ver. Solo un par de cicatrices hacen el acabado semi-perfecto de esa diosa de carne y hueso, de moralidad inocente.  

De presentación perfecta e impecable, rehúsa del estilo popular de cualquier mujer ceñida a los cómodos vaqueros, no. Ella no elige pantalones, ella es falda, es perversión hecha fantasía. Colores apagados o muy vivos en el interior, ropas de encaje y estilo vintage. ¿Accesorios que complementen su figura? Tal vez algo regalado, un collar sencillo, remarca más el estilo de su silueta con diferentes tacones de mil colores y formas que complementar con la ropa que usa para satisfacer el campo visual del cliente. Usualmente su cabello se presenta suelto debido a que no es muy aficionada al recogimiento del mismo y solo de vez en cuando, cuando va a practicar deporte suele sujetarlo en una alta coleta. ¿No hay mujer que cuide de su propio físico para el deleite? Ella usa pétalos, usa sus armas, la vainilla, el dulce olor del chocolate, el limón, mil champús o perfumes que identifiquen el dulce olor que embriaga su presencia.

Vivaz mujer de contenidas sonrisas y especulaciones suaves como el atardecer, ardientes expresiones tornadas a la irregularidad de la soberbia. No es más que una joven de alegre semblante impávido y marmoleo que expresa así la más hermosa de las hermosas sonrisas, tras el huracán de sentimientos y la calma, tranquila y serena. Mil y una rosas reflejadas en cómo ella gesticula, tranquila y afable, soberana de su voluntad y reina de sus actos, medita, medita cuanto puede y calla tanto como debe, sus labios repliegan la voluntad del silencio cuando algo llama su curiosa atención de ninfa. Con miles de sonrisas y risas con briznas de pétalos expresa así, en su silencio mudo el más orgulloso de los actos que hacen al ser humano. Mujer que adora el silencio, la igualdad y las expresiones en un rostro, ella habla, y translúcida se muestra definida, un ser que invoca paciencia y exquisitez. Jamás se altera, no podría enfadarse ni tolerar un arrebato injusto para aquellos contra los que no se lo merecen y sólo basta de su fina indiferencia para los que, buscan esa disputa. Agradable y delicada, frágil pero fuerte, posee una habilidad infinita para expresar su gratitud cuando algo quiere y necesita, de ayuda de alguien para conseguirlo. Pulcra, brillante e ingeniosa, como el agua. Como agua que escapa entre las piedras para buscar así cómo desembocar. Replegada de introversiones su carácter indomable no permite que cualquiera pueda acercarse a ella y rehúye de todo lo verdadero, como el amor. El amor, ese ente sutil que escapa por sus finos dedos como la seda, como algo transparente, tan lejana, tan absolutamente lejana y a la vez tan cerca, intocable, inalcanzable pues burla los gestos de los demás con sus risas imperecederas y sus ascendentes sonrisas de ninfa. ¿Acaso alguien cautivaría su hechizante figura de hada? Ella, ella tan inocente no piensa que el daño pueda ser causando de una forma inconsciente sino provocada y provocadora. Elige el daño perfecto para perpetuar sus actos, cálidos como el atardecer, peina las ideas y atraviesa con mil flechas turquesas. No hay rencor en un corazón tan puro, no hay odio en un ser tan banal, sólo los recovecos de lo que nunca pudo haber sido atormenta su existencia.

Nació a las orillas del Mar Bering, en Nome (Alaska). Su familia habitaba en una cabaña prefabricada cercana a la orilla ya que su padre era pescador y cazador y necesitaba tener uno de los elementos más cercanos a su entorno. Su familia es una familia numerosa compuesta por ocho hijos y los padres, aunque su madre, Mariam, cayó enferma tras el parto de su última y más reciente hija y a los pocos meses murió por infecciones que eran casi imposibles de sanar debido a la complicación del parto y a los pocos recursos que había, además de las ventiscas de nieve que azotaba constantemente, amenazando con dejar incomunicados a los miembros de la familia. Al no tener dinero los partos eran en casa gracias a la abuela que ayudaba a traer a los niños al mundo. Siete de sus hermanos eran varones y eran un buen aporte para labrar el campo cuando estaba en estación y a  hacer trabajos forzados y una era una mujer joven y saludable, ayudaba en la limpieza y mantenimiento del hogar. El fuerte endeudamiento de la familia se vio afectado por una grave crisis del país, vientos huracanados y nevadas mucho más frías que arruinaron la cosecha y desviaron los bancos de peces al sur lo que supuso la ruina total de aquel hombre roto por no poder mantener a sus hijos y a su única hija, apenas había recursos para poder sobrevivir ellos mismos y el fuerte endeudamiento había llevado a vender los últimos restos de ganado que habían quedado tras los fuertes vientos huracanados.

Rachel, así era como habían llamado a la recién llegada a la unidad familiar, cumplía 13 años, pero toda su vida se había visto colmados de regalos diarios, regalos con forma de sonrisa y esfuerzo. Hoy era un día importante para ella,  era un día familiar y aunque no había conocido a su madre, siempre tuvo la sensación de que debió de ser una buena señora y esposa capaz de ingeniárselas para sacar adelante a una familia numerosa como era aquella. Hoy sería un buen día, empezaría a trabajar de forma seria y constante, pues antes sólo ayudaba al mayor de los hermanos con las tareas del hogar. Y lo que se convirtió en “un” tal vez momento más importante de su vida, se convirtió en un infierno. En mitad del salón había un hombre vestido de forma inusual a como se había acostumbrado la familia, un traje negro y una camisa interna color rojo vino, rojo sangre. Y sus zapatos relucían como si ocultase dos luceros bajo la orna. El mismo hombre, inmóvil quedó prendado de la pureza y la elegancia de la joven que cumplía y aceptó el negocio, decidiendo así, llevársela a donde trabajaba para que al igual que él, Bleic. Los demás gozasen de su elegancia y sensualidad con el paso de los años, pues no quería que sus hermosas  y finas facciones quedasen fuera del alcance de un mundo. Perdido en un mar de recuerdos y olvido. Su padre, muy ducho en la habilidad de las compras y las ventas, además de los negocios, cobró dos bueyes y un par de kilos de carne y madera para el frío invierno, además de llegar a un acuerdo, un tanto por ciento de los bienes que ganase su joven hija irían destinados a su familia. Entregando así la libertad de su hija al poderoso caballero y este, sin más preámbulos, se llevó a la jovencita como si le perteneciese, era suya. Junto a él trabajo en un cabaret llamado Sir Wolf, quedando encarcelada entre las paredes de los escenarios, placeres,  deseos de los caballeros que deseaban gozar de la dulzura de su  trato, de los negocios y acompañamientos a señores enriquecidos, de mafiosos que necesitaban una imagen más pura que ellos mismos para que su cara de perro no sucumbiesen al vacío que creaba el dinero, su desdicha. Con el tiempo aprendió a ignorar sentimientos y reproches rebeldes, sus dotes para codearse le hizo conseguir que su propio “amo” entablase relaciones con otra clase de clientes más sofisticados, pero Rachel sólo veía la oportunidad de escaparse, salir corriendo, Incluso cuando ahorró el dinero necesario lo intentó. Su logro fue absurdo, las amenazas y la devastación sentimental aún seguía fuertemente arraigada a su querida familia. Al llegar a la edad de los 22 años, esa edad preciosa, un terrible acontecimiento provocó que Bleic acabase muerto en el acerado del teatro de alguno de esos países que visitaba para captar bellas mujeres para su negocio sucio, no fue en sí que él muriese la causa de su angustia, sino que cada vez se iba alejando más de su sueño, cada vez la melancolía adueñaba su corazón, incluso en el reparto de los bienes de aquel hombre que le había capturado.

Sus ojos de niña ensoñadora habían quedado tan tristes y vacíos cuando su nuevo destino continuó en el pálido mundo de los negocios sucios, ni siquiera la esperanza de poder escapar, tirarse de una ventana y conseguir perecer, ser libre, un ente. Tenía miedo, tenía tanto miedo. Su familia se vería asolada por el negocio hecho con el difunto Bleic, presionados por la mafia y ella tan solo, destinada a otras manos. Un nuevo viaje hacia una nueva vida en el mismo y más antiguo negocio del mundo, Las Vegas. Las luces y el repiqueo del sonido atronador de los antros, las voces sordas de la calle y los gritos de las personas atrás, detrás de ella, tras el coche dónde le guiaban a su nuevo destino, sin dinero, con escasa ropa, los labios heridos del frío de la noche. Y de repente, de entre la oscuridad absoluta de los callejones y las luces de mil colores, de las miles de fragancias, una cálida sonrisa que era como un abrazo abarcaba su alma rota,  una salvación, una solución a sus miles de plegarias, la noche cerrada. Las Vegas habían dejado de ser un lugar inhóspito y  frío, se habían convertido en un refugio de miradas fugaces. Aquel hombre de sonrisa hospitalaria y barriga cervecera era un hombre de buen corazón que se dedicaba a abarcar chicas como negocio familiar, con hospitalidad, instalarlas en su edificio y por supuesto encargarse de su bienestar, Rachel nunca se preguntó qué sería de su esposa y de sus hijos o si tal vez ya estaban metidos en aquel negocio.

Gustos:
- La buena comida, sobre todo comer en restaurantes, no le impota si son buenos o su categoría está clasificada en tenedores, mientras pueda comerse bien y se pague justamente la cantidad y la calidad.
- Ser correcta y cumplir las leyes.
- El aroma dulce, las colonias de niños porque no son tan fuertes ni tienen "hormonas" para atraer a los demas, la frescura de esas colonias es inigualable.
- Los rostros sin maquillajes.
- Las cicatrices en el cuerpo de una persona ajena, no en el suyo.
- El color carmín en los labios de una mujer.
- Los tatuajes en hombres y mujeres.
- La sinceridad, el respeto y la pulcritud, además de la puntualiadd pero eso ya es una manía insana.

Desagrados:
- El maquillaje en exceso en un rostro femenino, como ese tipo de maquillajes que forman un marco oscuro en la cara y el cuello pálido.
- Las personas que no son capaces de dejar de mentir.
- Echar de menos a sus familiares y saber que no podrá verlos. No al menos en mucho tiempo...
- No saber cómo poder escapar del círculo de las deudas le hace verse realmente inquieta y eso llega a ponerla muy nerviosa.
- Las noticias de catástrofes, es muy sensible, sobre todo si tienen que ver con animales. (Prefiere el daño humano a el daño de un animal, curioso ¿Verdad?)
- Sentirse incómoda en una situación de la que no pueda salir fácilmente.
- El hedor que desprenden las personas que no se asean.
- Los hombres con mucho dinero, no por el dinero, sino porque se creen capaces de hacer todo con ello.
- Los alimentos muy salados o picantes.
- Lo que llaman "música" hoy en día. No soporta ese horrible sonido que solo dicta sexo.

Virtudes:
- Templanza.
- Fortaleza.
- Prudencia.

Defectos:
- Indiferencia.
- Intolerancia. (Hacia una clase de personas, en concreto.)
- Vanidad.