La ciudad de Las Vegas y la mitología sobre Ángeles y Demonios no pertenecen de ningún modo al Staff de 7 Pecados únicamente.
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Es una joven delgada, con suaves curvas y bien formada, de tez "amarillenta" pero saludable. Empecemos por su rostro. Este es ovalado y perféctamente proporcionado. De cabello liso y negro siempre se deja el flequillo hacía un lado y deja que le caiga sobre una ceja. Sus ojos rasgados evidencian su procedencia más que oriental y guardan unos iris negros que resaltan sobre el blanco de sus ojos. En cuanto a la ropa le gusta vestir casual, cómoda y para nada formal a menos que la situación lo amerite. Y, cuando se arregla, usa kimonos para ese fin y jamás vestidos occidentales.
Descripción Psicológica
Japonesa. Oriental. Humilde. Sincera. Respetuosa. Responsable. Estudiosa. Con la mente abierta. Seria cuando debe serlo que sabe divertirse cuando la ocasión lo amerita. Aún a pesar de todo ello realmente es una chica triste, solitaria e introvertida que guarda demasiado en su interior y hay muy pocas personas a quien se haya mostrado tal cual era. Siempre mostrará una máscara frente a su rostro para aparentar normalidad y a muy pocos contó que es noble y siempre pasa por ejecutiva. Echa de menos a Taiyo y espera en algún momento llevarle con ella a Las Vegas o, en todo caso, regresar a Japón. No le gusta hacer ostentación de aquello que posee por la herencia de sus padres y prefiere mostrarse como una chica más del montón.
Historia
¿Un resumen de mi vida? Pues... podríamos dividirlo en dos etapas, creo. La primera hasta mis 17 y la segunda hasta mi edad actual. Nací en Tokio rodeada de los mejores médicos que había en Japón ahora hace 26 años atrás. Nací muy prematura y por eso todos tenían miedo que no sobreviviese pero lo hice, contra todo pronóstico. Mis primeros años me los tiré en el hospital demasiado débil y enfermiza como para no ser atendida casi las 24 horas del día hasta que llegó Taiyo a mi vida. Yo era una niña de 3 años, delgada y que apenas sí se movía de la cama cuando vino mi madre a enseñarme a mi hermano para que le conociera. Él había nacido fuerte y sano, al término de los 9 meses reglamentarios y, en cambio yo... Hubo algo en ese recién nacido que me dio alas para pelear y ser fuerte así que poco a poco, fui recuperándome y, casi a mis 4 años, veía por primera vez mi casa.
Y ahí estaba mi padre Shinishi, mi abuelo Kakuro, mi madre Etsuko y mi hermano Taiyo. Enseguida fui puesta bajo el tutelaje de mi abuelo -como mandaba la tradición familiar- y fui anotada a una escuela élite de Tokio, la capital de mi país. Al parecer yo había nacido en cuna de oro pues mi padre era noble japones al igual que mi madre. Mi abuelo lo había sido hasta que había decidido ceder su título a mi padre y dedicarse a ser monje budista. Aprendí un montón en clases y parecía que quería aprovechar cada segundo que la vida me había brindado después de tantos años en el hospital mientras que con mi abuelo aprendía a ser humilde, tranquila, relajada y a no pedir más de lo que me merecía en cada ocasión. Así fui creciendo, ingresando de a poco en la vida social de Japón en general y Tokio en particular. Me gustaba ir a esas fiestas donde todos vestían lujosos y carísimos kimonos aunque tuviera que estar siempre rodeada de niñas. Quería ir con los mayores. Ya era madura para ese entonces.
A mis doce años vinieron los primeros cambios hormonales pero intenté seguir como estaba hasta el momento acostumbrándome a los altos y bajos típicos de la etapa en la que entraba. Subí al instituto y viví mi vida intentando ser de las mejores de la clase para que mis padres estuvieran orgullosos de mí. Fue en uno de esos exámenes finales -contando yo 17 años- que no pude asistir a una fiesta preparada por el Emperador a la que debíamos asistir. Estaba tranquila, sabía que mis padres excusarían mi ausencia frente a nuestro Emperador pero... no todo terminó como debía. La noticia me la dió mi abuelo durante la madrugada. Mi hermano se había quedado en casa y le despertaron mis gritos, mi llanto, mi desolación. Mi abuelo solo me acompañó, no sé si lloró, solo sé que me dormí entre sus brazos completamente agotada por las lágrimas. El funeral fue sentido, todo un funeral de estado al que asistieron muchas personalidades.
Yo encabecé la marcha fúnebre hacía el templo donde se les daría el último adios y luego de igual forma hacía el cementerio, al panteón familiar. En ningún momento solté la mano de mi hermano, quien miraba todo el proceso con mirada ausente. Pero a mí me preocupaba una sola cosa: era la primogénita y por tanto, debía acarrear el título de noble y eso era un peso que no estaba preparada para soportar sobre mis hombros. Una semana más tarde, mi abuelo tomó una determinación que a mi me rompió el corazón todavía más. Entregó a mi hermano al cuidado de un tío hermano de nuestro padre y él se fue conmigo a Estados Unidos. Nueva York fue nuestra ciudad y he decir que mis heridas sanaron y cicatrizaron pero sabía de sobra que mi dolor jamás desaparecería. Estudie empresariales como sé que hubiera sido el expreso deseo de mi padre para luego abrir mi propio negocio hasta que oí hablar de Las Vegas. Decidí mudarme ahí a probar suerte, esperaba no equivocarme.
Extras
Le gustan sobretodo las cosas sencillas. Esas cosas que nos hacen felices sin darnos cuenta de que existen. El ver caer las gotas de rocío de las hojas al suelo, los ténues rayos de sol entre las nubes después de una tormenta, la limpieza del ambiente, el té, la tranquilidad, la calma y una buena charla a media voz junto a su abuelo. Descubrir las virtudes de las personas y aprender de ellas, seguir aprendiendo, leer, escribir, y hacer arreglos florales. Pasear con solo un chubasquero encima cuando llueve portando botas de agua como los niños pequeños, sentirse niña de nuevo la hace sentirse viva.
Por el contrario odia el jaleo, la gente hipócrita, las mentiras, los engaños, los ruidos, las aglomeraciones, la gente que no sabe lo que realmente quiere y pide de forma compulsiva y caprichosa. El gastar el dinero inutilmente. Las personas que no escuchan antes de gritar sus puntos de vista. La estupidez humana. La soledad. Los desiertos (tanto de hielo/nieve como de arena). Que la traten de niña y que la traten peor que un drapo sucio de cocina. La gente que se cree más siendo menos. Los creídos. Los payasos y los mimos, les tiene un pánico horrible y puede llegar incluso a faltarle la respiración. La gente que despotrica de su pasado así como de su familia-padres-hermanos- etc. Aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta y solo argumentan sobre falacias y mentiras.