La ciudad de Las Vegas y la mitología sobre Ángeles y Demonios no pertenecen de ningún modo al Staff de 7 Pecados únicamente.
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De Madison podría decirse una cosa: Es un ejemplo de provocación andante.
Todo en ella sugiere algo. Tiene un pelo revoltosamente largo que le llega practicamente a mitad de la espalda, rubio oscuro, normalmente liso pero a la vez describiendo alguna pequeña onda al final del mismo.
De mirada avellanada, profunda, cercana y penetrante. Le encanta mirar con los ojos entornados, entrecerrados acompañado de una sonrisa pícara. La gente se sorprende de lo que pueden transmitir unos ojos... de todo lo que pueden llegar a provocar...
Labios suaves, sensuales, casi siempre ligeramente entreabiertos, sugerentes, atrayentes. Le encanta usar el recurso de acariciarlos con la lengua como un modo de decir "sabroso", si ella desea que la mires jugará con esa arma hasta que su víctima no pueda mirar otra cosa.
No demasiada alta, cosa que suele compensar con unos tacones bastante altos que reafirman su cuerpo. Aún así en su mediano tamaño engloba todo lo necesario. Curvas de escandalo, pecho firme y de un tamaño considerable y trasero respingon y llamativo.
Descripción Psicológica
Alocada, desenfrenada, deslenguada, bruta, grosera... Existen un sinfín de adjetivos con los que podría definirse a Madison.
Le gusta que la gente le cuente sus secretos para usarlos a su gusto y apetencia. Casi siempre está sonriendo como si dentro de su cabeza se estuviera cociendo la mayor de las conspiraciones.
Aunque, debido al trabajo que ejerció, ha tenido mucho contacto con la sexualidad, "practica" relativamente poco y prefiere, en su defecto, que sean otros lo que lo hagan gracias a sus influencias.
Ligeramente antisocial, no suele relacionarse con mucha gente a menos que le interese. Siente ligera cercanía con Mika pues han compartido tiempo juntas y la juventud de la segunda le despierta algo así como... ¿Añoranza? de su hermano que dejó de ver hace mucho tiempo.
Historia
"Yo soy yo y mis circunstancias"
Ortega y Gasset
A todos nos gusta pensar que controlamos nuestras vidas, que siempre podemos parar, retroceder un poco y luego continuar, enmendando cualquier error cometido. Madison también lo creía.
Nacia en Nueva Orleans, hace más de 20 años. Su familia era normal; ni rica, ni pobre. Ambos padres trabajaban lo que le sirvió para poder tener una educación normal y que no le faltara lo básico.
Cuando contaba con 7 años nació Danny, su hermano, y las cosas se complicaron. El pequeño tenía problemas con sus globulos blancos y el tratamiento era bastante costoso lo que obligó a sus padres a relaizar turnos dobles para poder costearlos. Eso hizo que prácticamente toda la niñez fuera bajo el cuidado de Madison y, en consecuencia, estos se unieron como uña y carne.
Esto siguió su curso hasta la pubertad de este último. Cuando Danny cumplió 15 años comenzó a separarse de su hermana mayor y a relacionarse con "otras chicas" lo que hizo que su relación se viera afectada y tuviera que comenzar también a ver "el mundo".
Cuando contaba con 23 primaveras fue convencida por sus amigas para hacer un viaje, escapar de la rutina y vivir una "aventura" lo que las llevó a Las Vegas. El lugar donde Madison acabaría con su vida natural.
A partir de aquí comenzó el declive... Quizás fuera el alcohol, quizás su falta de perspectiva. La cuestión es que se metió en el casino equivocado y jugó al juego equivocado, lo que le reportó una deuda que no se podía permitir pagar, una cantidad tan ingente de dinero que no le quedó otra que dejar atrás todos su principios y vender su cuerpo para así poder solventar su falta.
Era algo completamente desagradable, vejatorio... Pero la única manera que encontró para no volverse loca fue intentarle sacar partido, intentando que aquellos que la poseían perdieran, en cierto modo, la cabeza también. Queriendo poseerla de nuevo... y otra vez... y otra vez más... Esto la llevó por el sendero que ahora recorre: El sendero del pecado. Y, ciertamente... no le sienta tan mal.
Extras
Adora todo tipo de sustancias alucinógenas y salir por la noche a quemar la pista. Las gafas de sol tanto de día como de noche y la ropa cara que se costea a base de engañar a varones de conducta lasciva.
Odia las palabras bonitas, los abrazos y las muestras de amor. Perdió todo sentimiento de aprecio y cariño cuando se dejó llevar por "el lado oscuro" en el fondo de su mente solo queda la imagen de Danny.
También aprecia las apuestas, sobre todo si el que pone el dinero es otro. Cartas, ruleta... lo que sea con tal de perder el tiempo y ver como otras almas caen presas de la desidia y la desesperación. Cuando esto ocurre se sienta en una silla y ve como se desata la guerra y el apocalipsis.