Mide 1,65 metros. Sabe que no es alta pero logra suplir esa "deficiencia" llevando un vertiginoso tacón al que todavía no se acostumbró pero que intenta llevar con dignidad. De tez, ojos y cabellos muy claros no heredó ningún rasgo de su madre italiana, quizás tal vez los labios carnosos. El resto es todo de su padre lo que le imprime cierto aire de exotismo pues su rostro italiano y sus rasgos nórdicos hacen de su rostro algo parecido a lo angelical.

Empezando por su cabello este es rubio claro, muy claro atestiguando a las claras su media procedencia noruega aunque es ondulado con tendencia a rizarse heredado del carácter fogoso de su madre, quizás. Suele llevarlo con la parte de arriba recogida y la de abajo suelta menos cuando trabaja que se lo deja solo suelto a no ser que el cliente lo pida de otra manera.

Sus ojos son grisáceos con un ligero tono verdoso que se ve más claro según como le enfoque la luz. Almendrados, grandes y resultones son de la medida perfecta para su rostro. Cuando trabaja suele delineárlos de negro además de pintarse las cejas para darles más vida a sus vivaces iris.

Su nariz parece que haya sido perfilada ya que es lisa hasta abajo jugando con los labios ligeramente sonrojados y abultados de su madre. Son las dos únicas características que ella considera que son exclusivamente de su madre en todo su cuerpo.

Entrando ya en su cuerpo este es delgado, de curvas y bien modelado. De pechos firmes y caderas algo estrechas pero proporcionadas a su cuerpo. No es una vedette pero no se queda corta pues sus nalgas son tersas igual que sus pechos. Sus cualidades anatómicas resaltan cuando está en el trabajo y debe vestir cuanto más provocativa mejor aunque cuando sale a la calle, enseguida se cubre todo lo que puede y más, dejando de "brillar" para empezar a pasar desapercibida.

Cuando vendes tu cuerpo por obligación llega un punto donde dejas una parte de tí misma con lo demás; dejas de ser más tú y más como ellos quieren que te comportes. Irgey sigue siendo esa niña que tenía miedo a las noches, que vivía aferrada a sus padres para no oir los problemas de la calle. Tímida, inocente, tranquila y calmada, le gusta complacer pero no es voluble, ni lujuriosa ni mucho menos sensual (o al menos ella no se ve así).

No flirtea con los clientes, tampoco les seduce. Simplemente aguarda a qué le ordenen qué hacer, así se siente más segura, siente que no se equivocará. Sumisa sabe qué está dispuesta a hacer y qué no está dispuesta a hacer aunque no tenga ni voz ni voto a la hora de ser requerida por un cliente. Hasta ahora nunca se ha sentido menospreciada pero sí humillada en constantes ocasiones lo que le provoca sentimientos encontrados con respecto a su trabajo. Lo disfruta pero al mismo tiempo lo odia cuando las cosas no salen como ella desearía.

¿Qué siente acerca de Rico? Sus sentimientos son ambiguos con respecto a él. Por una parte le odia pero por la otra... no puede odiarle pues él se porta bien con ella, nunca le ha fallado y siempre la ha respetado, lo que ella agradece sumamente. Pero le odia por empujarla a yacer con hombres desconocidos en suites excesivamente ostentosas y caras, en veladas que parecen nunca tener fin. Odia también vestirse provocativa pues ella siempre se sintió una chica más del montón, normal y corriente entre chicas y chicos que destacaban por sus jergas, sus gorras en clase y sus movimientos.

Su mayor deseo es terminar de pagar la cuantiosa suma de dinero que su padre debe y luego volver a ponerse a estudiar, demostrarle al Gobierno que es buena estudiante para lograr conseguir de nuevo la beca y, con ello, la estabilidad tanto emocional como económica que tanto necesita. No soportaría que otros pagasen por ella, que otros la mantuvieran ya que se sentiría una inutil y es el sentimiento que más odia de todos. Siempre ha solucionado sus problemas sola y este no será la excepción, por mucho que le repugne la forma la solución.

Nacida en el Bronx Sur, allá donde todo es maldad, atracos y muertes, donde todo se maneja por el tráfico de influéncias, sobornos y chantajes... Irgey, hija de inmigrantes venidos a menos en sus respectivos países, creció sabiendo el sabor de la sangre, del miedo, de la corrupción y la contaminación a partes iguales pero, aún así, sus padres se las apañaron para alejarla de las calles y mantenerla ocupada las 24 horas de día con la escuela, actividades extraescolares y repaso en casa. El padre trabajaba, la madre aseaba la casa y, aunque el sueldo no diera para mucho, a ella no le faltó nunca de nada. Tuvo amistades y pocas pretensiones durante su infancia y entró a la adolescencia con el mismo carácter afable, bondadoso, tranquilo y ligeramente introvertido que con la infancia pero... empezaba a ver el mundo con otros ojos, a juzgarlo.

Las distracciones a la que la habían sometido sus padres de niña ya no funcionaban y empezó a cuestionarse su entorno y a preguntar porqué todo era tan diferente entre el Bronx y Manhattan. Y su padre siempre le contestaba con ese tinte entre venenoso y abatido que siempre arrastraba y al que ella ya se había acostumbrado: "El dinero. El dinero te cubre de gloria pero también te pudre. Irgey, nunca dejes que el dinero gobierne tu vida. Nunca, lo entendiste?" y ella asentía. A sus 15 años había asumido que su barrio era el menos seguro de todo Nueva York, que en su instituto habían alumnos que pertenecían a diferentes bandas callejeras y que gobernaban el instituto a su antojo. También perdió amistades y las lloró amárgamente aferrada al cuerpo de su madre. A sus 16 tuvo su primer novio con quien perdió la virginidad y la inocencia pues él la dejó a los dos días por otra. Pero junto a esa derrota llegó una muy buena noticia, acababan de ascender a su padre en el trabajo lo que significaba que podrían trasladarse a vivir al Bronx seguro y esa lejanía solo hizo que el dolor y el abandono que sufría en silencio quedaran atrás ante la expectativa de conocer mejores amistades.

Los miedos, las inseguridades, los temores a no volver a ver a algún amigo, quedaron atrás. Y finalmente empezó a ser feliz. Sí. Rechazó cuando alumno se le puso por delante, escarmentada de su pasado. Le costaba más abrirse a la gente, confiar y así tuvo pocas amistades pero bien aseguradas y ella era feliz. Cuando salió miró a sus padres pero estos negaron con la cabeza. Debía ir a alguna universidad estatal y ya, conformarse con eso. Buscó la carrera de sociales y la encontró en la propia Universidad Estatal de Nueva York donde accedió gracias a sus notas. Con el corazón apedazado, una meta por delante y miles de sueños por cubrir, Irgey lo abandonó todo para centrarse en la carrera, hasta que el sueño se quebró. La poca productividad y la falta de trabajo hizo disminuir peligrosamente los ingresos lo que la obligó a trabajar y estudiar lo que se resumió en pérdida de notas lo que ocasionó que le retiraran la beca.

A espaldas de su esposa e hija, su padre se puso en contacto con la Familia Bocca para poder tener crédito y pagar todos sus impagos pero no fue suficiente, su hija ya tenía su destino concretado y no iba por ahí precísamente. Una mañana, mientras trabajaba en la cafetería sirviendo cafés, Mona accedió al interior y no pudo por más que salir de la barra a abrazarla. Entre cafés, almuerzos, más cafés y cenas, se contaron la vida entera y cuando ya hubieron finalizado ella le dio dos besos y le sonrió con un "nos veremos pronto" y se marchó. Una llamada, una deuda, "Poderoso Caballero es Don Dinero" e Irgey, sin explicar mucho a sus padres, se largó casi con lo puesto a Las Vegas donde quedó con su amiga Mona para que ella le presentara a aquel que le daría trabajo.

Conoció a Moretti tras se presentada por Mona a él y ya, desde el primer momento, sintió atracción y repudia hacía él. Tras su primer cliente se la pasó llorando durante horas, tras el cuarto ya nada le importaba hasta que conoció a Oliver. Él, todo un hombre, la trató como a una princesa, le susurró palabras bonitas y amables y la trató con delicadeza. Lo que provocó que, tras el sexo, él la retuviera a su lado para conocerla pagándole de más. Ella rechazó la ayuda abierta que le ofrecía a todos sus problemas y le pidió que no la ayudase que ella se veía capaz de salir adelante. Él sonrió e hizo el trato. Lo que no sabía Irgey es que él empezó a reclamarla con asiduidad hasta que se convirtió en una especie de salvador, de ángel de la guardia que la protege desde las sombras y siempre quiere saber cómo está en sus encuentros. Siempre le da propinas excesivas por quedarse con él hasta bien tarde charlando, otras veces simplemente durmiendo o tratando de aguantar despiertos para ver el amanecer juntos. Ella se siente bien con él. Le gusta estar con él. Cuando no anda trabajando de prostituta trabaja en el club de barman.

Sus gustos son los de cualquier chica de su edad: La música, los amigos, bailar, disfrutar del tiempo libre, el cine... pero además, le gusta Oliver. No en el sentido de amor sino de compañía, comprensión, entendimiento mútuo. Durante las largas veladas han hablado de prácticamente todo y ella le conoce mejor que muchísima más gente a su alrededor. Adora ver el amanecer junto a él, sentirse una persona especial sin tener en cuenta las propinas que él le deja para que se quede.

Los disgustos se cuentan entre su trabajo, Moretti y la situación que vive además de los malos tratos, de la humillación que a veces siente en su trabajo. Odia que la traten de tonta solo y exclusivamente por ser rubia porque no es tonta, ni mucho menos. A veces incluso a llegado a disgustarle estar con Mona pues a ella le involucró en todo eso aunque interiormente sabe que, sin ese trabajo, posiblemente nunca llegaría a pagar la deuda.

Sus virtudes son el saber escuchar, poseer empatía con respecto a la otra persona, ser sensible (aunque a veces pueda ser un defecto), inteligente, sagaz, tranquila y calmada; sumisa. Aprendió a moverse de forma sensual pero todavía se siente un poco torpe bailando de esa forma.

Sus defectos posiblemente sean esa misma tranquilidad y calma, el que sea sensible y nada fogosa o lujuriosa con sus clientes. No es la típica chica que desea con delirio el próximo cliente, es como si se resignase a su sino aunque actualmente llega a disfrutar de los encuentros.