Moreno, con ese aire fogoso que sólo te da Italia y los ojos oscuros y sedientos, bajo espesas pestañas, negras, tupidas, como un secreto oculto sólo a medias en su mirada intensa y descriptiva.

De presencia imponente, dominante, ocupando el espacio con autoridad natural, dueño de ambientes y atenciones. Su cuerpo es grácil, de movimientos seguros y pausados, sereno en su virilidad y en sus deseos. Felino, ardiente en su sosiego, sin velar lo más mínimo la llama en sus pupilas o sus hambrientos labios.

Fiero, arrojado, trascendiendo la carne cincelado en pasiones. Cuerpo robusto, de más de 1,90, espalda ancha, torso fornido y brazos musculosos. Piel bronceada, de ese tono latino que suscita también sangre caliente. Vello azabache poblando sus facciones y su pecho, sin llegar a ser denso, no demasiado largo, sencillamente masculino.

Ascendencia romana en su semblante. Nariz patricia, ceño inquisitivo, iris caoba, fiables, como la miel y el roble, el ron y las promesas. Labios carnosos y rosados, enmarcados en barba de unos días, rasposa, varonil.

Manos ingentes de palmas anchas y dedos largos y nudosos. Uñas muy cortas, yemas callosas. Muy gestuales, acompañando a su voz rota, llena de aire y ese tono nostálgico, bajo, profundo. La clase de actitud que emana de los hombres que saben lo que quieren, que encaran sus temores.

Atractivo, sin la huella sutil que tiene la hermosura. Tórrido en crudo, sin rasgos infantiles, sin suavidad, en bruto. Y aún así, con la clase que sólo pueden demostrar los gangsters y patriarcas. Ese lenguaje coporal que exige, invade y te provoca. Siempre incendiario, prendiendo mecha, encontrando problemas o romances.

Vestimenta elegante, pretenciosa, mezclando el tono neutro con las texturas suntuosas. Sedas y raros. Negros y grises, blancos, carmines, enfatizando siempre su tez tostada y su bruno cabello. Carbón, madera, comburente.

Gemelos y corbatas, plata, zapatos de charol, pantalones con pinzas, cinturones de piel, camisa, americana, cazadoras de cuero, jerséis de punto fino, cuellos de pico, tirantes de vestir. Estilo años cincuenta en cada movimiento.

Ambicioso como sólo te permite serlo haber pasado hambre, es un hombre impulsivo, poblado de apetitos, que está dispuesto a dejarse la piel por conseguir sus metas.

Le avergüenza su cuna y nunca habla de ello. Aún así, la forma de concebir su propia situación y el trato hacia sus "compañeras" de trabajo deja entrever parte de su pasado, de sus ideas, de la falta de juicios en la mercadería del cuerpo.

Capaz, inteligente y egocéntrico, necesita la admiración de los demás. Su respeto, a veces su obediencia. Ansía sentirse deseado, el anhelo en los otros, sentirse necesario. Relevante.

Obsesivo, se centra en sus deseos hasta embriagar su mente, hasta olvidar el resto, perdiendo el interés cuando ha alcanzado el éxito. Inconstante en sus aspiraciones, siempre deseando más, buscando superarse. Con la sed de los que no saben saciarse.

Seguro de sí mismo conoce sus virtudes y defectos, sabe jugar sus cartas y es cabal y coherente. A pesar del arrojo vehemente que dictan sus latidos trata de calcular, de buscar estrategias, de encontrar el camino adecuado para favorecer su triunfo, sin obstáculos.

Competitivo, ama a la par que odia la disputa, la lucha, la rivalidad. Prepotente y "gallito" no duda en demostrar su hegemonía, en ser "el macho alfa", en reclamar su posición entre los hombres y capturar el interés de las mujeres.

Criado entre féminas, Rico ha aprendido a comprenderlas, a complacerlas, a controlarlas. Adaptándose a sus necesidades, es galante, asertivo y respeta a todas ellas como a damas con el atento trato de un hombre que se ciñe a sus sueños, que quiere ser su fantasía.

Adulador, sabe encontrar el modo de acercarse, de hallar la "brecha" en todos los escudos, se adentra en otros a través de palabras, de detalles, como un amante diestro no sólo con sus manos.

Con un férreo concepto de sí mismo es incapaz de mostrar ante otros su vulnerabilidad, enmascarando sensaciones y dejando atrás sus emociones con un enfoque práctico, dónde sólo importa el "ahora".

Instintivo, primario, encuentra en su "trabajo" su verdadera vocación, disfrutando del placer que otorga, sintiendo una simbiosis, poder en lo que hace, en lo que hace sentir. No niega nunca sus deseos, y aunque a veces no dice la verdad, no tiende a la mentira, encontrando el silencio mucho más misterioso.

Sabe dejarse llevar y a la vez siempre tiene las riendas en un difícil equilibrio de estímulos y aspiraciones. Siempre con los ojos abiertos, sin perder de vista el objetivo.

Hedonista, aún goza del placer que le ofrece la carne, sin compromisos. De conocer cuerpos distintos, de descubrirse bañado en el sudor mezclado, de deleitarse en el reflejo de la mirada de un amante.

Creciendo con los viejos valores italianos como guía trata de ser un hombre noble pero no duda anteponiendo sus propios intereses, encontrando ventaja y encarando a un rival si es necesario, o simplemente provechoso. Nunca te atacará primero, pero siempre te guardará rencor. Rico es un mal enemigo a largo plazo. Puede que te perdone, pero no olvidará tus faltas.

Nunca ha creído en el amor, siempre ha creído en el sexo. Considera que todos somos animales, la relación funciona lo que nos dura el "celo". Después todo se se apaga, como la vida de una mariposa. El deseo nunca dura, nada que brille fuertemente está destinado a perdurar.

Siempre le han atraído las mujeres midiéndose en cambio con los hombres, incapaz de no tratar de ser mejor, de compararse, de dominarles. Aún así, por dinero, es capaz de despertar su libido.

Cree que cobrar por sexo es tan sólo un negocio, y nunca lo ha negado o ha mostrado ningún remordimiento. La ley del capital se aplica de igual modo en el deseo, él sólo está ofertando lo que demandan otros. Y ofrece un buen servicio, sus clientes suelen repetir...

Es soberbio y sólo admite que se ha equivocado cuando el error es obvio y llamativo. Terco, nunca da su brazo a torcer hasta que es tarde. No se conforma nunca con un no, siempre vuelve a intentarlo.

Es tenaz, luchador, y no sabe darse por vencido. Cuando algo "se le mete en la cabeza" apenas piensa en nada más, cegado e insistente.

Hijo bastardo de un Consigliere de la Cosa Nostra no recibió ni su apellido ni su posición, pero heredó la mente astuta y fue supervisado por la mafia durante toda su crianza siempre viviendo entre dos mundos, poseyendo los lazos adecuados para desenvolverse, criminal y civil al mismo tiempo.

Es carismático y eficiente, su codicia le hace muy bueno con los números a pesar de haber dejado la escuela demasiado pronto y su lealtad hace de él un candidato idóneo para "invitar a otros al negocio".

Ahora, trata de demostrarles su valía y su destreza. Su utilidad en "los negocios", tratando de ascender, de hacerse un nombre. De reclamar ese lugar correspondido por derecho.

Aunque lo niegue, incluso aunque se lo niegue a sí mismo, sigue sintiendo que debe dejar claro lo que vale. Por éso intenta destacar, ampliar sus miras involucrando a otros futuros "compañeros". Dinero fácil y placer son un buen dividendo.

Cuando tu madre te amamanta entre amante y amante, el amor es un concepto abstracto que sólo habla de sangre y de familia, que deja a un lado el sexo.

Nacido en un burdel, hijo de prostituta, Rico aprendió la fuerza y el valor de las mujeres y el poder que conlleva la lujuria. El deseo es un veneno que te atrapa, que nubla tus sentidos y hace de ti un adicto. El morbo es potestad, dominio en bruto.

Criado entre todas, trató de ser un "hombre" desde niño. De ser el protector, el "hombre de la casa", de mantener a raya a los clientes y hacer feliz a esas mujeres que hicieron de aquel antro un hogar para él.

Aprendió a comprenderlas, a adaptarse a su estado de ánimo, a abrirse a ellas, a expresar sentimientos y aceptar esos sueños femeninos que los hombres siempre juzgan ridículos, infantiles.

Pero no eran sus sueños.

Creció jugando a ser "ese príncipe azul" que iba formando pieza a pieza con trocitos de anhelos de esas damas, entendiendo los símbolos, aprendiendo los gestos, memorizando expectativas.

Su cuerpo y su atractivo le ayudaron a encarnar esa idea y conoció "el amor" con sólo 15 años, haciéndose un experto casanova. Rico sabía decir y hacer lo que ellas deseaban, era capaz de derretirlas cortejándolas. Maduró, con el rojo en la piel de las manzanas que deben ser mordidas, del pecado sabroso que repites.

Y sintió ese poder entre las manos. La soga metafórica de la que ellas hablaban, el nudo del deseo, el látigo escondido en la lascivia. Y no se opuso, no quiso ser el hombre honrado y pobre que su madre esperaba. Quiso tenerlo todo, el sexo y el dinero, la esperanza en los ojos de esas mujeres desnudas y febriles, deseando más de él.

Pero no era suficiente. Ningún hombre se juzga por lo que opinan las mujeres. Es el "mundo de hombres" quién les forja y define, quién les llena la mente y dicta cada pretensión, desean "ser alguien".

Tenía tan sólo 19 cuando dejó el burdel en busca de su padre, hallando sólo análisis en lugar de reconocimiento. Querían ponerle a prueba. Cuando eres apenas un chapero ningún Soldati te respeta. Eres como una puta, pagado por mujeres, sólo sabes "follar", no sabes nada.

Han pasado 9 años. Rico se ha dejado la piel. Recados, soplos, amenazas... y más noches bastardas, esta vez en hoteles. Ha dejado las calles, su negocio ha crecido, es "casi respetable". Y la mafia recibe puntualmente "su parte".

Si quiere impresionarlos debe mover "sus hilos". Llevar más chicas, "sabores diferentes", complacer a sus "jueces", ampliar más el negocio. Y convencer se le da bien. Casi tan bien como los besos.

Espera "tener un apellido" cuando cumpla los 30. Tal vez se lo permitan. Don Carlo siempre ha sido generoso.

A pesar de su origen, Rico es un hombre de gustos refinados. Disfruta el lujo, los caprichos que otros no pueden permitirse. Ya sean perfumes, trajes o vino, le conquista la opulencia, la calidad.

Orgulloso de su sangre italiana desdeña a otras "familias" criminales, y el poder en manos de otras "razas". Chauvinista, parece haber nacido en otro siglo y ama Las Vegas de todo corazón. Cada neón, cada mesa de juego y cada falso Elvis, como parte de un imperio construido por los suyos, una ciudad erigida por la Cosa Nostra.

Ama a las mujeres y a pesar de tratar de ejercer siempre como un perfecto caballero cree firmemente en su igualdad. Sin embargo, la opinión de los hombres le afecta mucho más profundamente. Tal vez la falta de su padre haya dejado huellas.

Le encanta la música italiana, la pasta, y todos los clichés. Le hacen sentirse "como en casa" y recuerda a su madre, a la que sigue viendo al menos una vez al mes.

Le gusta vivir solo tras años en la habitación compartida donde vivió su infancia. El alquiler del loft es excesivo, pero se niega a un piso medio o a vivir en los mismos hoteles donde pasa sus noches. Tener su propia "casa" le hace sentir que ha prosperado.

Es un adicto al café y no le gusta la cerveza. Fuma, pero sólo puritos, sintiéndose un excéntrico, un fumador gurmet con gustos caros y paladar selecto. Cuida su cuerpo, pero no es un hombre dado a los gimnasios. Prefiere la comida sana y el deporte, dentro o fuera del dormitorio.

Nada le enciende más que una mujer honesta que admite sus deseos. Que pide lo que quiere. Aunque a veces, tomar el control por completo puede llegar a ser estimulante.

Siempre mira a los ojos. No aparta su mirada. Es realmente difícil llegar a intimidarle.

Respeta firmemente la familia. Nunca pregunta a sus clientes, saber que están comprometidas le haría sentir infame, sucio.

Odia la cobardía, y odia a los mojigatos. Aunque del mismo modo pueden llegar a ser un reto, alguien a quien "quebrar".

Moretti es el apellido de su madre. Nunca habla de su padre, mantiene su identidad como un secreto, parte del trato al que ha llegado con Don Carlo para considerarlo un "socio".

Tiene una beretta antigua de lomos de madera. El único regalo que ha heredado, es realmente importante para él, aunque no suele llevarla encima. Su trabajo habitualmente es "seguro".

La Cosa Nostra le ha prometido entrar en otras ramas del negocio si prueba su valía. Rico tiene sus dudas, pero el dinero es capaz de hacer callar la voz de su conciencia.

Habla italiano, pero no con fluidez. Suele emplearlo cuando se siente cómodo, seguro, recurriendo a apelativos e insultos en su lengua materna. Conserva sin embargo cierto acento, incluso hablando inglés. Intenta mejorar para tratar de intervenir también en italiano en las reuniones con los "contactos" de su padre.